De mujeres, empatía y perspectivas Por Paola Ochoa Márquez
Todas luchamos diferente y en la diferencia y el respeto está nuestra fortaleza.
Sin duda el día de ayer nos lleva a la reflexión permanente sobre si lo que estamos haciendo realmente está marcando una diferencia y estamos reduciendo la brecha que nos distancia de lo que queremos lograr. Nos unimos a diferentes iniciativas por convicción y también porque van de acuerdo con nuestros valores, ideales y a lo que queremos lograr como mujeres.
Me inquieta sin duda que más allá de actuar en solidaridad y tolerancia, en ocasiones se torna en una discusión entre mujeres respecto a lo que la otra debería hacer, pensar o decir, cuando todas queremos dar un paso adelante, unas más rápido que otras, otras con formas manifiestas en la calle, otras con un actuar desde su familia, desde su profesión incluso desde las redes sociales.
Lo que tenemos que lograr es un mejor entendimiento, una mayor solidaridad pues cada una hemos vivido circunstancias distintas, entornos distintos y posiblemente una educación distinta. Estamos aquí y cada mujer tenemos una historia diferente, es en esa diferencia que puede estar nuestra fortaleza. Sin duda, cuando logramos empatizar con otras circunstancias que no son las nuestras, entender y comprender que no todo lo podemos ver desde nuestra perspectiva, que hay miles y millones de perspectivas, de historias, de metas, todo cambia.
Está en nosotras hacer un cambio desde la mirada empática pero con la mente clara respecto al cambio que queremos lograr, sin atropellarnos unas a otras sino uniéndonos en armonía para lograr un cambio. Esta famosa “sororidad” que no es más que la hermandad solidaria, es difícil verla, sentirla cuando hablamos solo desde nuestra perspectiva.
En mi vida he podido ver a grandes mujeres tratando de hacer un cambio, amas de casa (mi madre) en manifestaciones para lograr un cambio hacia la democracia en Chihuahua; no tenía yo más de 10 años y pude ser parte de ese cambio. Pero también tuve un padre que, a pesar de muchas costumbres y en ocasiones cierta bipolaridad en sus mensajes (lo que quería vs. el entorno y cultura en los que nació), impulsó a sus hijas a estudiar, a prepararse y a crecer profesionalmente.
Pudiera criticar muchas cosas de mi formación, tal como mis hijos criticarán su formación, pero valoro, en este país más que nada, el tener acceso a educación y a alguien que te impulse para ir creciendo en todos los sentidos.
Esta lucha no es solo de mujeres que han perdido a alguien, no es solo de mujeres que trabajan en empresas, no es solo de aquellas que dedican su tiempo a organizaciones civiles o bien decidieron quedarse en casa y destinar su tiempo a lo más importante para nuestra sociedad que es la familia.
Esta lucha es de todas porque queremos un país sin violencia hacia la mujer, sin cuestionarte si la forma en la que te vistes te pone en riesgo, así sea para salir a correr, si perderás a alguien querido porque escogió una relación peligrosa de la que no encuentra cómo salir.
En fin, historias hay muchas, todas tenemos una que contar, la mía no es tan interesante probablemente, pero si es una en la que quiero hacer la diferencia, por mí y por mis hijos que espero puedan atesorar la vida de las mujeres y ser promotores su crecimiento, finalmente tienen un gran ejemplo en su papá que ha sido un gran compañero de vida y que cuando dudo de mí misma y de mi capacidad, es quien me sacude, se enoja y me impulsa.
Ojalá podamos respetar que nuestras luchas aunque diferentes, nos unen en más de lo que nos pueden dividir y encontrar esos puntos en común para fortalecerlos y fortalecernos.