Nace un Nuevo Bloque Comercial en Asia Por Thomas Karig
Hace dos semanas hablábamos del reto que significa para el presidente electo Joe Biden la relación con China, la cual se ha deteriorado significativamente por las acciones que ha tomado Donald Trump.
Y mientras los Estados Unidos, al igual que Latinoamérica y Europa, siguen batallando con la pandemia, China acaba de extender su influencia política y económica. El 16 de noviembre, 15 países asiáticos y de Oceanía, bajo el liderazgo de China, firmaron un acuerdo comercial llamado Asociación Económica Regional Integral, o RCEP por sus siglas en inglés. El acuerdo incluye, aparte de China, Corea del Sur y Japón, a todos los países importantes del sudeste asiático, entre ellos Tailandia, Indonesia, Vietnam, Singapur y Filipinas, así como Australia y Nueva Zelanda.
Con este acuerdo, que abarca 2,200 millones de personas y 30% de la economía mundial, pierde significado el Pacto Transpacífico (ahora llamado TIPAT) que firmaron 11 países de América y Asia, después de que Trump se retiró del proyecto que había iniciado en su momento Barack Obama junto con el mismo Joe Biden. La idea de este acuerdo era precisamente La contención comercial y política de China. Claro que en un inicio el único país asiático importante que participaba era Japón. La desafortunada decisión de Trump de retirar a los Estados Unidos de ese acuerdo no solo le dejó la cancha a China para armar su propio pacto, sino que de paso perjudica a sus socios norteamericanos Canadá y México. Si la expectativa del TPP era que con el tiempo se integrarían por ejemplo Corea, Tailandia, Indonesia y Filipinas para convertirse en mercados interesantes para los exportadores mexicanos, eso ya difícilmente sucederá. Vamos a ver si Biden intenta revivir el proyecto del Pacto Transpacífico, lo cual depende también de que si tiene apoyo para esto de su propio partido y de los Republicanos.
Comparado con los estándares a los que estamos acostumbrados respecto a tratados comerciales, la nueva Asociación Regional es mucho menos ambiciosa. Un 10% de los bienes conservarán sus aranceles, y el resto de desgravará paulatinamente en 20 años. Por supuesto, no se establecen requisitos ambientales, laborales o de derechos humanos. Pero si tendrá un efecto de incentivar el comercio inter asiático por el simple hecho que unifica las reglas de origen para acceder a las tarifas preferenciales, y permite a los fabricantes integrar componentes y materias primas de cualquiera de los 15 países. Esas ventajas que ahora tendrán empresas asiáticas para exportar dentro de su región le dificultan el acceso a productores europeos y americanos. El argumento que conocemos de sobra en México, que hay invertir aquí para poder exportar a los Estados Unidos, de repente también aplica a países asiáticos que se unieron a China viéndola como un mercado cada vez más interesante, sin olvidar a Japón y Corea del Sur.
Para hacerle frente a China, los Estados Unidos tendrán que buscar sus aliados en el propio hemisferio, ya sea en Europa o en Latinoamérica.
Para Europa, aplica lo mismo, y posiblemente esto ayude a revivir el moribundo acuerdo comercial con el Mercosur, y reiniciar negociaciones con Estados Unidos.
México podrá seguir su propio camino, como lo ha hecho con éxito en los últimos 25 años. Con Europa y la mayoría de los países latinoamericanos, ya hay acuerdos. Con el Mercosur se puede hacer otro intento. Y hay un país que puede ser interesante y que se ha mantenido al margen de estos procesos, que es la India.
Para México, su industria, su agricultura y sus servicios, sigue habiendo grandes oportunidades. Falta ver si existe la voluntad política de explorarlas.